El cine soviético durante la Revolución y la Guerra Civil

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El emperador Nicolas II había definido al cine como una diversión sin contenido ni utilidad estando muy lejos de suponer que el derrumbe de su dinastía en marzo de 1917 señalaría el comienzo de una época de suprema afirmación para el cine ruso. Este hecho, está lejos de concretarse en los primeros tiempos del nuevo régimen instaurado por la revolución proletaria, cuando el gobierno provisional de Kerenski, que sucede al de Zar, es a su vez sustituido en octubre por el Consejo de los Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin. Luego de la firma del tratado de paz con Alemania en Brest-Litovsk (3 de marzo de 1919), las viejas clases dirigentes rusas hacen un llamado al exterior para procurar arrancar el poder al nuevo gobierno dando comienzo a un largo periodo de guerra civil que se prolonga hasta la mitad de 1920, año en que la suerte de la guerra está decididamente a favor del Ejército Rojo.
Conmovido por la Revolución y amenazado por la reacción de las fuerzas antibolchevisques, el cine ruso es un largo y explicable periodo de inactividad. Mientras mayores casas constituyen la Unión Pan-rusa de Productores, suspende la provisión de films a las salas que pasaron a mano los revolucionarios, muchos actores, directores e intérpretes se organizan en el grupo reaccionario de la Décima Musa. Entonces inicia una lucha entre los mismos trabajadores de cine; por parte, el personal técnico subalterno, y por otra, los artistas argumentistas y los directores de producción. Pudovkin no duda más tarde en llamar “proletarios” a los primeros y “burgueses” a los segundos. Entonces el gobierno toma una actitud firme y con una disposición del 4 de marzo de 1918, aun sin estatuir todavía la nacionalización, ordena un riguroso inventario de los establecimientos. La consecuencia en un primer momento no es más que la de hacer desaparecer la misma materia prima, o sea la película virgen, pero mientras tanto muchas productoras comienzan el éxodo hacia Crimea. El antiguo Comité Skobelev se convierte en la sección cinematográfica del Comisariado de la Instrucción Pública y más tarde, en Comité Pan-ruso que procura reorganizar la producción. A su vez, un pequeño grupo de directores, actores y técnicos constituye algunos centros de actividad, mientras toda la producción está en pleno caos y muchos productores desertan de Rusia, llevándose parte del material y destruyendo el resto. En 1919 se funda en Moscú un Instituto Cinematográfico del Estado, dependiente del mencionado Comisariado. Muchos años después, la Escuela de Leningrado es incluida en calidad de Technikum (Escuela Técnica Superior) en el grupo de los establecimientos estatales. En diciembre de 1922, el Comité Pan-ruso cede el puesto al Goskino (Cinematografia del Estado). Entre los primeros actos del nuevo Instituto está la adquisición de algunos films extranjeros como “La Atlántida” de Jacques Feyder y dos grandes producciones de Griffith: “El nacimiento de una nación” y “Intolerancia” que revelan a la joven escuela rusa las geniales innovaciones técnicas del gran maestro norteamericano. Alrededor de 1924, las más importantes organizaciones de la producción soviética son: la Sovkino (que produce algunos trabajos de Eisenstein) o “Socorro obrero internacional” (que realiza muchos de los de Pudovkin) y la Vufku, que tiene el monopolio de la producción ucraniana.
El cine soviético demuestra su voluntad de separar de la pantalla la llamada tradición romántica de la historia inventada, tal como hasta entonces se la concibe en Europa y para sustituirla por el objetivo fundamental del realismo socialista: El partido comunista.
En 1929 Ivanovski realiza un biopic del conocido científico ruso Lomonosov. Se trata de “El hijo del pescador” destacando los orígenes modestos del genio de la Ilustración rusa. En 1930 realiza su última película muda. Se trata de nuevo de una adaptación de un clásico. En esta ocasión de Lermontov: “El prisionero del Caúcaso”. El guión se basaba en las memorias de Adèle Hommaire de Hell. Una vez aparecida la película al parecer se demostró que las memorias eran una mistificación. Más allá de este error, en general el trabajo le pareció a Ivanovski poco satisfactorio. No sé sabe si fueron los ataques recibidos, su desencanto con el desarrollo de su cinematografía frente al empuje de los nuevos cineastas, o los serios problemas que enfrentó la cinematografía soviética en el paso del mudo al sonoro, pero desde 1930 hasta 1934 Ivanovski no realizó ninguna película.
 

Alex Cachi

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